Para los entusiastas de las ostras desde hace mucho tiempo, la idea de cocinar una buena ostra puede parecer un sacrilegio. La experiencia más pura es cruda: fría, salada y con sabor directo a mar. Pero a veces, incluso las preferencias más obstinadas pueden ser anuladas. Esta es la historia de cómo las ostras asadas, cubiertas con tocino, parmesano y muchos otros sabores, se convirtieron en una revelación.
La revelación de Alaska
El punto de inflexión se produjo en Homer, Alaska, en el Broken Oar Oyster Bar. Rodeados de criaderos de ostras que extraían capturas frescas de las gélidas aguas, el escepticismo inicial era alto. ¿Por qué alguien alteraría la perfección? La respuesta llegó en una ostra burbujeante cubierta con tocino y parmesano. No se trataba de reemplazar la experiencia cruda; se trataba de amplificarlo.
La dulzura salada de la ostra atraviesa la riqueza del queso y el tocino ahumado. No fue sofocado; se mantuvo firme, realzado por la indulgencia. Esto no fue sólo un refrigerio, sino una celebración.
Recreando la experiencia en casa
La clave para llevar esta experiencia a casa reside en algunas técnicas:
- Tamaño de la ostra: Elija ostras más grandes (alrededor de 3 pulgadas). Los más pequeños se pierden bajo la salsa.
- Frescura: Las conchas bien cerradas y con un aroma a océano limpio son esenciales. Cualquier olor a pescado significa que la ostra ya pasó su mejor momento.
- Estabilidad: Las ostras deben reposar niveladas en el horno. El papel de aluminio arrugado crea soportes personalizados para mantenerlos estables debajo de la parrilla, una alternativa práctica a los lechos de sal de roca estilo restaurante.
Desvainado y Presentación
El descascarado adecuado es fundamental. Sostenga la ostra firmemente en una toalla, introduzca el cuchillo en la bisagra y gírela con delicadeza, evitando la fuerza para evitar lesiones. Una vez abierta, voltea la ostra de modo que el lado regordete mire hacia arriba. Esto crea una base natural para la cobertura, asegurando una cocción uniforme y una presentación visualmente atractiva.
La cobertura amplificadora
La cobertura no sólo se espolvorea; se emulsiona en una mezcla cohesiva de tocino crujiente, parmesano, mantequilla, crema, mostaza, ajo, perejil y panko. Esto asegura que cada ostra reciba un bocado equilibrado, evitando que la salsa se resbale. El resultado es espeso, brillante y se puede comer con cuchara, más parecido a una sabrosa salsa holandesa que a una corteza de pan rallado.
Asado rápido para la perfección
Ase las ostras rápidamente hasta que la cobertura burbujee y se dore. El calor alto y directo calienta la ostra sin apretar la carne. El producto final es tierno y el licor se mezcla con la salsa en la cáscara.
Bien hechas, las ostras asadas son sorbibles, ricas y un sorprendente recordatorio de que, a veces, incluso las reglas más estrictas deben romperse.




























